jueves, 21 de septiembre de 2006

¡Eureka!

Uno de los grandes problemas que enfrenta el hombre del siglo XXI, es que en los pocos años que dura una vida promedio -alrededor de 75-, debe encontrar la manera de trascender a sus actos. O al menos eso se dice: es la única manera de hallar la inmortalidad.

Pero claro, si a los 75 años estimados le restamos los primeros 15 (pocos son aquellos que lograron algo a tan temprana edad), nos da como resultado 60 años. ¡Sesenta! Nada más. Por otro lado, una tercera parte de nuestra vida transcurre durmiendo. Y, como podemos deducir, si realizar un acto para que los demás nos recuerden es complicado estando despiertos, la dificultad se incrementa notablemente estando dormidos. Por lo tanto, podemos afirmar con casi completa seguridad que de esos 60 años tan sólo tendremos 40 disponibles para realizar nuestro o nuestros actos fundamentales, aquellos por los cuales nos recordarán y nombrarán.

Cuarenta años, sin embargo, es muy poco, dado que en ese tiempo debemos ocuparnos de satisfacer necesidades fisiológicas, biológicas y espirituales fundamentales. Podrí­amos entonces establecer el tiempo promedio nominal para hacer algo útil en unos, digamos… 30 años.

¡Treinta! ¿Nada más? No, nada más.

Pero inútil serí­a este post si tan solo mencionara el problema y no se dignase a brindar una solución. Esta solución, sin embargo, es muy sencilla, y puede ser realizada en un tiempo récord de 9 meses.

La idea asombra por su simpleza: si ud. desea trascender, que los demás lo recuerden y lo nombren constantemente, tenga un hijo. Si nace niña póngale de nombre Avenida, si nace varón, Pasaje. No solo ud. será recordado si no que además predestinará a su hijo o hija a un futuro de éxito.

Espero que mi idea me sobreviva y para siempre me recuerden por mi gran aporte a la humanidad.