El otro día me dispuse a realizar esa tarea que por rutinaria pasa casi desapercibida en nuestro transcurrir diario: bañarse.
Como siempre, abrí la ducha para esperar que el agua calentase y mientras metía y sacaba la mano del chorro a intervalos regulares para testear la temperatura, caí en la cuenta de que estamos rodeados de productos de belleza con complejo de postre.
Es sencillo ¿no? Si me voy a bañar, no quiero pasarme por el cuerpo y el pelo un producto que me hace imaginar que estoy revolcándome en la isla de postres y dulces de un tenedor libre.
Si esta tendencia de los fabricantes de belleza continúa, en unos años entraremos al baño y nos atenderá un emperifoliado maí®tre y con su más perfecta e impostada sonrisa nos hará sentar en el inodoro, y nos dirá con voz de locutor de A.M. de las 4 de la mañana:
- ¿Qué se servirá hoy el Sr. para acicalarse, bañarse y perfumarse? Nuestro cheff recomienda comenzar con la riquísima pasta dentífrica de frutas rojas con un exquisito toque de menta, seguido de una enjabonada corporal disfrutando del suave aroma de un finísimo aceite de almendras que en combinación con el más delicado extracto de leche hará las delicias de su ombligo y paladar. Para terminar, sugiero que se entregue a una intensa lavada de cabello con un excelente exprimido de lima y kiwi, cuyo aroma provocará una ingente segregación de saliva por parte de todos los pasajeros del colectivo, apenas suba ud. con su pelito mojado y recién limpio.
Basta. Desafío a todos los fabricantes de productos cosméticos que descubran productos con ingredientes que en lo posible no figuren en “1000 recetas prácticas para la mujer moderna".
Aunque he de confesar que desde que uso el “Pasión de Mango y Pera” mi pelo luce brilloso y sedoso como
viernes, 6 de julio de 2007
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